miércoles, 13 de abril de 2011

el jardin y él

Ese lugar era precioso, existian abetos altísimos y el clima era un poco frio. El cielo era una majestuosa pintura pluricolor con tonalidades rosas a azul.  Las hojas eran verde intensas como escarabajos y se podía oler sobre ellas todavía la matutina lluvia que besó el suelo.  El viento soplaba suavemente, regalando a los habitantes de ese lugar un respiro nuevo, toda una esperanza, todo un mar de sensaciones que hacían que el alma se sintiera libre dentro de su   vehículo la carne.  El agua de un cercano rio arrullaba los corazones y pequeñas luciernagas comenzaban a decorar el lugar con su revolotear mágico.
Y estaba el ahí, toda la magia se enfocaba en sus ojos, mientras miraba abstraido el cielo el cual ya comenzaba a oscurecerse y aparecer un sin fin de astros vigias.
Sus ojos son como dos luceros robados del firmamento iluminados, el vespero encerrado en aquellas pupilas que a su vez contenían el secreto del cosmos.
El paisaje nos unía, era nuestro jardín secreto.


Me acerqué yo vestida con aquel largo vestido rojo vaporoso y me puse de cuclillas para observar su cara que tomé entre mis manos.
Guardamos silencio en aquel suspiro que guardamos en nuestro interior.
Y solo atraida irremediablemente por la savía de sus labios tome para mi aquella escarlata euforia y sobre el tierno instante solo pude susurrar lo que el me inspira -te amo-
El viento sopló un poco mas fuerte haciendo que nuestros cabellos se engarzaran, como un símbolo de como estan nuestras almas fundidas.
Su aroma es incienso, es frescor, es dulce, es lluvia que besa la tierra. Sus cabellos estan llenos de ese aromático sentido. El es aire y ama el  agua.
Yo soy agua y amo al aire. 
Llego la oscuridad  de la noche y nos mostró una sinfonía de criaturas nocturnas que acompañaban nuestra estadía en el jardín lleno de vida y tranquilidad. Yo cantaba, el completaba mi canto, el cantaba, yo complentaba su canto.
Tenerlo tan cerca hacía que todo fuera como una sinfonía perfecta.



Una sacudida....
veo el entorno....
Recuerdo que vivo presa, que no puedo verlo, que no saboreo el viento.
Que estoy atada al cuerpo de carne y las reglas que atormentan a mi alma culminaron el tristeza.
Me queda el recurso de la magia... mientras los ojos sin brillo se entregan a la cotidiana muerte.