jueves, 4 de noviembre de 2010

quiero ser pintura

Ya habìan pasado muchos meses desde la última conversación que tuvimos sobre los deseos.
Esta vez narraré yo, no la dejaré platicar puesto que anda muy quebrada su voz y es mejor que tome yo las riendas antes que se diluya su sangre con sus lágrimas y su torrente sanguíneo sepa a sal.
Esa vez quise que entrara en razones, puesto que  acaba de pasar esa tragedia inundante que casi la mata, así que me compadecí de su tan sufrida alma -llorona- y la abracé y prometí que no la dejaría esta vez ni ninguna vez jamás. Le prometí que iba a estar con ella en todo momento y la iba a cuidar mientras se restablecía y así lo hice, la abracé, la dejé dormir y la invité a enfrentar a sus demonios personales que tanto sueño le quitaban.  Todos esos terrores -incluso aquellos que ya se me olvidaron los nombres- tuvo que enfrentarlos frente a frente a sus avatares. Las emociones la destruyen, la enferman, es una persona que suele darme asquito por ser tan endeble y es por ello uq e la peleo tanto y  suelo regocijarme con su dolor. Pero esta vez era diferente. Esa ùltima guerra que tuvo de verdad estaba decaida y triste, de verdad se sentìa miserable, de verdad estaba peleando con uñas y dientes, de verdad se habìa quedado sola, y no estaba ahì nada más llorando como las cosas se le venían encima, sino que con sus dedos llenos de heridas seguía rasguñando. Tuve que abrazarla, sinceramente me causó fuertes heridas acercame a ella.  Sinceramente casi me mata con su furia pero al final pude guardarla en mi pecho y le dije "confía en mi" ¿pero como podía confiar en mí si yo era una de sus principales agresoras?. Caminamos juntas y ella se recargó en mí para llorar lo que le pasaba. Estaba pasando eso sola, pero estaba enfrentando sus dolores y no solo estaba quejándose como tantos años lo hizo. Todo lo que conocía tuvo que renunciar, toda una vida proyectada fue destrozada ante sus ojos. No era mas que papel, no era mas que ilusiones, la invite a caminar durante mucho rato hasta que por fin llegamos a su lejana casa y ahí durmió hasta recuperar sus fuerzas.
El día siguiente siguió dormida, pero me platico que ya pudo descansar, que nada la atormentó en sueños. Llego destrozada a su oficina un día antes y esta vez ya era factible hablar con ella, ya podía verse de vuelta con los ojos tranquilos.
Doy un salto a un año anterior.
¿Qué paso?
Esta vez yo no intervine  demasiado, esta vez me limite a observar como se retorcía del dolor en el suelo. Había sido usada. Había sido lastimada a muerte por quien confiaba. No sabía como podía seguir, pero yo estaba enojada por ella, por que yo estaba segura que eso pasaría, todo mundo le advirtió el peligro y ella misma sabía que eso terrible pasaría. Y si, la consumió. Yo no la quise ni tocar, yo solo vi que se la tragó la tristeza y que sus amigos fueron a su rescate.... el fue a su rescate....
Sinceramente yo no sé en que estaba pensando  ella cuando aceptó esa ayuda. Solo la hundió mas, la evadió de la realidad,  aceptó todo lo que le hicieron por que sentía que merecía esa humillación. Pero para un alma como ella ... ¿que tanto podía aguantar?.
Quedó peor.
Demos otro salto a un año mas, bueno para que, es un panorama parecido....
Ciclica la llamo.
Ahora cuando despertó y pensó que todo era un sueño y entrando en razones mas a fondo de su estado catatónico se dió cuenta que no, que esa expulsión de su infierno personal no era mas que una burla de su propio inconciente para que lo extrañara -aja extrañaras tu infierno de sueños por que son de esos de sueños, de ideas..... anda, ve a tu infierno real, y ahí consumete-  y en efecto, despertó temprano, vio esa música y no pudo mas . . . arrancó de ahí todo aquello fue a su introspección  y sacó sus viejas heridas sonoras -al menos estaban cicatrizadas- y ahí escuchò, gritò mientras caía agua sobre su piel y fue donde tuve otro diálogo con ella, de esos que rara vez solemos tener.
Ya no quiero ser mùsica -me dijo- los agònicos chillidos de los intrumentos destrozan mis tìmpanos. Los resonantes tambores asustan mis latidos, todos y cada uno de ellos son cuchillos, todos y cada uno de ellos me lastiman en el canal de la memoria. Es poca, poca la mùsica que me tranquiliza. Tienen sangre, pulsa su fluido auditivo bizcoso  sobre mi cerebro.
No pude evitar  ignorarla.
Aún ahí lastimada estaba lùcida de la violencia que ejerce y la abracè y esta vez no me mordió, solo manoteó brevemente  pero la abracé, bien le dije, que no me olvidara y por un momento se empezó a olvidar de mí y eso siempre le pasa cuando solo piensa en ella. 
-Quiero ser pintura, quiero perdurar, quiero ser bella y admirada-
ay! seguía con sus posturas artìsticas ella, seguí en su afán de ser un montón de cosas menos ella misma.
-Vete!- me dijo- vete!déjame sola, que todo lo que toco lo lleno de llagas.
La abracé, ya conozco sus gritos de guerra de bestia vencida.
-A mi no me andes corriendo -le dije- yo estoy contigo en los peores momentos, el problema es que te olvidas de mi en los mejores momentos, y de ahí desvarias y sintiéndote en ausencia te deprimes y completas ese circulo del que tanto afamado nombre mencionamos.
-Quiero dormir y ya no despertar.
Me  quedé callada frente a sus palabras, suele decirlo a menudo. Pero esta vez habìa algo diferente en su voz.
-No digas nada ahora que estás así, ya pasará. Has podido levantarte anteriormente.  Ya podrás levantarte. Ya podrás.
-Quiero ser pintura.
-No, tu solo quieres ser mujer.

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