lunes, 2 de agosto de 2010

sobre los sueños....

Y todos estos días que he vagado en las sombras, inútilmente, solo andando  por andar, solo por no conocer otro terreno. Es como cuando dejas tus tierras natales en busca de otras oportunidades y cuando regresas solo encuentras  cambios, decadencia. La tierra está muerta, ha habido una fuerte sequía.
Y todos estos  días a cada segundo estoy implorando que se me dé en perdón que  no merezco. Yo no sé, por qué me aferro a recibirlo, siendo que solo el vacío y el eco de la banalidad me responden. Probablemente con el transcurrir de los días me encuentre con algo insidioso. Es cuando recuerdo las posturas: la terrible humana aquí soy yo.  Sé pues que  la vencida  soy de vuelta yo. Pero sigo arañando la posibilidad  de que se me otorgue el perdón de los cielos.  No sé por qué mi memoria me esta atormentando, no sé porque paso noches en vela. No sé porque siquiera me afecta tanto. Tantas historias derramadas, tantas historias incompletas, tantos dolores viejos que se están haciendo rancios dentro de la epidermis.
Esta llena de pus la razón.  Esta llena de costras insidiosas.
Y aunque arranque poco a poco todos los pedazos de piel quemados y pútridos.  Sinceramente no puedo más. Solo cierro mis labios, aprieto fuertemente los dientes. Los puños casi sangran y solo se dedican a escribir, a derramar, una vez mas.
No puedo escribir una carta con un nombre hacia una dirección. No. Aunque por más que me exprese, por más que vierta en silencio mis palabras en medio de la cotidianidad, no existe un interprete, solo existen mis palabras derramadas, solo existe mi ira consumida. Solo quiero ver pues la carne quemada tirada al olvido.
Quiero dormir, quiero que los demonios de la mente se den por vencidos.  Quiero tener la oportunidad de estar en paz por un momento, en donde mi sueño, solo me lleve hacia las colinas de la tranquilidad, en donde los coros celestiales que suelen adorar al señor de los cielos, me regalen su murmullo lejano.
Quiero estar ahí, tirada entre el cielo y la tierra, para ser intermediaria de sus voces.
Quiero dormir, y que una vez que cierre mis ojos, se me conceda la gracia de no despertar mas. Y que las maravillosas creaciones de la naturaleza fluyan sobre mi  esencia, y se fusionen para siempre conmigo.
Ser lluvia, ser polvo, ser tierra.
Me es insoportable el dolor de la existencia, así. Aunque sé que amo la melancolía, no sé porque esta herida esta pudriendo toda mi carne. Remoto mi mirada hacia atrás en el caudal del tiempo, en donde diviso pues que alguna vez sentí esto. Alguna vez me consumió el dolor de esta forma, pero... aquel, intransigente dejó que poco a poco se me consumieran las palabras de los labios, hasta que se marchito una parte muy importante de mi  corazón. Aún conservo esa cicatriz para no olvidar. No he buscado decorarla, ni siquiera busco que desaparezca, y es curioso que la recuerde con un cierto anhelo, puesto que su corporeidad me tranquiliza, su visión me recuerda que el dolor es necesario para poder seguir adelante.
Las palabras siguen fluyendo, no pueden detenerse.
Otra vez remonto mi mente hacia cuando se me prohibió gritar, hacia cuando tenía que guardar silencio y las lágrimas las contaban como  símbolos de debilidad infinita.
Y los sueños, eran los lugares más cómodos para reposar, para de la nada salir e ir a viajar a diversos lugares, vivir situaciones de ensueño. Ahora están llenos de demonios y tristezas insoportables.
Pocas, muy pocas veces -sigamos comparando con mis acuerdos previos- soñaba de esas cosas. Mis sueños eran sobre irrealidades. Ahora están fusionados.
¿No había pues destruido la habitación mental principal?
 Al parecer los corredores lucen peores de lo que me imaginé solo era tener una venda y negar la realidad.
Esta pútrido. El daño es inmenso.

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