martes, 17 de agosto de 2010

La penosa necesidad del ser

Cuando por fin, aquella metamorfosis había no solo sido un vano experimento, si no que era una glorificación a todas las cadencias dichas, cuando estuvo en el punto cúspide, en la punta mas inalcanzable para solo una tonta imagen de la carne.... ahí cayó.
No resultó ser mas que la simplicidad misma del escape terreno, un grito desesperado y un dasaliento para el vencido.   La conjugación misma del arte derrumbado por la siempre asquerosa y vil carne. Ahora mismo no se sabía que creer, era una época semiexplendorosa en donde aquel exitante sabor del poder, aplanaba las penas, era esa época preciosa en donde le llamaremos La posguerra...
La verdad es que la ya dicha, estaba muy ruin, estaba tan profundamente lastimada que el dolor ya era demasiado para ella.
La explendorosa Florecilla de Loto no había sido solo que un narciso más.
Así que de vuelta había yo confundido las formas -todo por no saber bien eso de los nombres-
Y en este sueño que cabalgó en  la meseta de los pensamientos  vi a una cara olvidada que me fue grata y no tanto, fue de esas cosas que te preguntas ¿que le digo, que hace aquí? Pero estuvo bien por que luego en remembranza con otro hecho, danzamos aquel y yo por las calles luego de encontrarnos a ese viejo arbol viejo y vencido.
La verdad es que todos sabemos que es lo que va a pasar, esa es la penosa verdad  del ser, solo polvo, y solo ideas que se volverán inviernos... así como todos sabemos la penosa necesidad del ser, no olvidar siempre la imperiosa costumbre de ser a traves del ser.

Continuamos mañana...

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