jueves, 1 de julio de 2010

Simbolo

Y una vez más te dan recordatorios constantes de cual es tu lugar y cual no lo es.
En ese afán de fructiferar lejos de aquello que es lo trascendente y doloroso para tí, te enajenas con una realidad bélica en donde cada vez las cadenas inmisericordes de la  vanalidad aprietan, asfixian.
Los recordatorios constantes de aquello, los dolores inservibles que comunican a la oscuridad  más terrible de tu conciencia en donde, buscas y buscas encajar para poder subsistir en aquella atmósfera infantil de juegos e irrealidades, donde te aferras a que sea real para tí y que sea el escape perfecto de el profanado pasado que no agobia, pero duele, no por si, sino por verlo ajeno, lejos e inalcanzable, tirado al llano, en una cadena de lágrimas sin poder siquiera explicarlo, dialogando en el silencio, con aquel, el viejo guardián de mi memoria.
Y pretendes ante el arcano la más irreal de las alegrías, la mas vana llama como una candorosa fuente de ilusión, pretendes.... que no pasa nada, buscas unir un segundo en el universo constante, que gira sobre su propio velo y disipa las amarguras de la memoria. Por un momento ser un segundo, uno.
Así que pues el diálogo se convirtió en una rutina de aquella que en la esperanza de la muerte lejana, pretendes que no se acabe. . . Y si se ha planteado el hecho de que tal vez pronto alguno de los dos se vaya, en llamas la memoria se retuerza!. Y aunque quede esa separación almática autoinfringida,  tal vez sea la esperanza de la cadena de lágrimas.
Vive, sí, en el interior más fosco de la caverna cardiaca, en el más enegrecido pantano de la locura... no, ahí no llega la luz del pensamiento, porque cuando se han tocado...  la más infernal reyerta se alza.
estoy exhausta. pero elegí ya ese camino. Me da esa fuerza que perdí.  Y... ya no es por un quien sino por un símbolo que prevalece más que la carne, que un ideal que es aprueba de la muerte.

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